Estamos viviendo tiempos poco comunes; la gente desea distracciones, y las distracciones digitales son las más populares.
Es improbable que esto vaya a cambiar, porque la tendencia es clarísima: consumimos objetos, productos y servicios cuyo fin principal –o único– es separarnos de la realidad, si más no sea por unos minutos. A tal punto esto es así, que una gigantesca industria se ha formado para alimentar ese apetito por las distracciones digitales, con un crecimiento que pocas industrias han visto en su historia.
Irónicamente, otra industria que está avanzando es la que propone alejarse de las distracciones digitales, ofreciendo una alternativa al romance que tenemos con los dispositivos de distracción digital masiva.